Abren las cartas diciendo… “hay un tiempo
para cada cosecha, si no sembraste nada, no recogerás nada; si
sembraste crítica, recibirás críticas; si sembraste odio, recogerás
odio. Pero nadie sembró éxito, por lo tanto nadie recogerá triunfos”.
Hay momentos en los que tenemos que
enfrentarnos a hechos reales e inesperados, los cuales son importantes
vivir plenamente, jamás olvides que el ángel de la bondad está de
nuestro lado y aunque la noche sea muy oscura, el sol siempre aparecerá
cada mañana.
Se le asigna ahora a Venezuela una nueva
misión colectiva, no es un karma, es simplemente un objetivo que como
colectivo debemos lograr. Se trata de aprender a disfrutar del hogar y
la familia, con escasos recursos o fondos y sacar de nosotros lo mejor
de nuestra creatividad. Es el momento, de que en forma ingeniosa y
positiva erradiquemos las divisiones y separaciones, que a lo largo de
los años nos han dejado con las manos atadas, para una reacción real y
positiva como colectivo. Hemos caído en cada una de las emboscada a lo
largo de los años.
Justo antes de amanecer, la noche será muy oscura, pero aún no va a amanecer…
A fin de poder contemplar el asunto
Venezuela, en su real magnitud y ver sus implicaciones y hechos a
primera vista, las cartas recomiendan un distanciamiento que nos de la
necesaria perspectiva. Ha llegado el momento de observar el tema
Venezuela desde el punto de vista externo, porque inmersos en el mismo o
nuestras posiciones, muchas veces radicales, no podemos verlo en toda
su amplitud.
Muchos piensan que el despertar consiste
en una sorpresa o hecho inesperado que rompa esquemas, logre una fatal
inestabilidad que genere un fin abrupto y determinante. Pero mas
violencia, sólo traerá mas desanimo y más necesidad de abandonar el
verdadero objetivo que es Venezuela. La salida está en la sanación, en
la evaluación de nosotros mismos, antes de emitir un juicio hacia otros,
porque aún no aprenden que no se construye destruyendo.
En Venezuela todos están dormidos y un
buen día despertarán y se darán cuenta con mucho dolor que no perdieron
un país, sino que perdieron a un hermano, a un vecino, a un amigo; y que
el tiempo no cura las heridas, sino que hace el abismo mas grande.
Siempre se los he dicho, el despertar de Venezuela debe ser espiritual y
no una reacción violenta hacia un hecho que no puedes controlar.
El tiempo del cambio llegó hace muchas
lunas atrás, pero no hubo progreso, no hubo evolución, así que tuvieron
que aprender por las malas y caer en todas las trampas, porque aún
siguen creyendo que el éxito está determinado por el dinero o por los
bienes materiales y en su auto-defensa se limitan a atacar indebidamente
a los demás, sin pensar que ese es tu hermano, tu vecino o tu amigo. El
peligro, el engaño y la decepción rodea a Venezuela; la mentira está en
manos de todos, pero no hay un trabajo como país, es como si todos se
echaran la culpa, porque nadie lava los platos de la casa, pero nadie se
para a lavar los platos.
El futuro de Venezuela queda ahora en
manos del destino, y como siempre les he dicho, el destino nunca actúa
de buena manera. El ave Fénix de la transformación está a punto de
renacer, Venezuela despertará pero lo hará por las malas, te tocarán lo
que más te duele, te tocarán tu dinero y si pensaste que a ti nunca te
iba a afectar, hoy te digo que te espera una amarga experiencia.
Los venezolanos dudaran del camino
elegido, será la forma que tiene la vida de enseñarles a disfrutar mas
del hogar y de la familia, que de los bienes materiales.
Los medios de comunicación hasta ahora activos, pero a la vez evasivos, sufrirán un lamentable revés de fortuna.
Comienza entonces el fatal invierno, la
noche oscura que tanto temíamos, cuando uno no toma el control de su
vida, otros lo hacen por ti. Cuando Venezuela como colectivo no ejerce
su derecho soberano, de decidir su futuro, el destino lo hace por
nosotros, y nunca lo hace de buena manera
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